El jurista
Diego Antonio
Navarro Martín de
Villodres (1759-1832)
María Isabel Lorca
Martín De Villodres
Dykinson, Madrid, 2011
La relevancia de la presente monografía para la
historiografía y la filosofía jurí-dica se relaciona con la oportunidad que supone
la conmemoración del bicentenario de los primeros movimientos independentistas
chilenos que se inscriben en la época denominada Patria Vieja, que abarca el
período de tiempo comprendido entre los años 1810 y 1814. La autora del libro,
la doctora María Isabel Lorca Martín de
Villodres,
que es profesora titular de Filosofía del Derecho de la Universidad de Málaga,
realiza un minucioso trabajo de investigación - que cuenta con una presentación
del académico y profesor, el doctor Ángel Sánchez de la
Torre
- de un jurista y prelado que fue testigo y protagonista de la historia de
España en uno de sus momentos más álgidos y turbulentos como es la
independencia de los territorios de América del sur y la propia Guerra de la
Independencia en la España peninsular. Se estudia en esta obra, como indica el
título de la misma, la vida y actividad de un relevante jurista y eclesiástico
español del siglo XVIII-XIX, que fue el último Obispo realista de Concepción
(Chile) y Arzobispo de Charcas antes de la independencia de América. A pesar,
del carácter realista del jurista estudiado, y de su fiel servicio a la Corona
española, es necesario destacar en justicia su profunda formación humanista y
su talante conciliador.
El jurista Diego Antonio Navarro Martín de
Villodres
a pesar de representar el prototipo de lo que Fernando Campos Harriet definió
como Defensores del Rey, poseía un espíritu cosmopolita, que le llevaba a la
inmediata empatía con el prójimo. Hay que entender su trayectoria profesional
inserta dentro del contexto histórico que le tocó vivir. No en vano, Simón
Bolívar le facilitó su regreso a España haciéndole entrega de los pertinentes
pasaportes para él y los familiares que habían arribado junto a él hasta la
América española, así como la cantidad de 2.000 pesos. Este jurista granadino
trató de llevar a cabo la misión apostólica y de evangelización que le
encomendaron, desde su Obispado de Concepción de Chile y desde el Arzobispado
de Charcas, guiado siempre por un profundo espíritu de servicio comunitario. Debido
a su sólida formación univer-sitaria de carácter esencialmente humanista, no
puede concluirse de ningún modo que fuera un detractor de la libertad como
derecho humano, y en este caso, del derecho de un pueblo a su justa y lógica
independencia y emancipación. No en vano, en el Archivo del Arzobispado de
Concepción de Chile, la autora ha podido acceder a un documento donde se hace
mención a las muchas cualidades humanas de Diego Antonio Navarro
Martín
de Villodres, afirmándose que fue un prelado
verdaderamente digno por su saber, por su política y sus grandes virtudes.
Se
inicia este estudio con el descubrimiento de un cuadro que resultó ser de un
importante personaje eclesiástico contemporáneo y muy vinculado al propio
biografiado
REVISTA DE DERECHO
Volumen 14
2013
El jurista Diego Antonio Navarro Martín de Villodres
(1759-1832)
y que, de
modo parecido a lo que hace Huizigna en su conocida y valiosa obra El otoño de la Edad Media, da
pie no sólo a una investigación biográfica sino que hace de hilo conductor para
enlazar la exposición de un semblante a un conjunto de interesantes
consideraciones históricas y filosófico-jurídicas. En efecto, el relato
biográfico del jurista Navarro Martín de Villodres está precedido de un capítulo, capítulo tercero, donde se
sitúa el comienzo de esta investigación en el inesperado descubrimiento por la
autora de un lienzo al óleo donde aparece pintada una alta dignidad
eclesiástica. Aunque se trata de un dato verídico, no en vano la autora aporta
pruebas gráficas de la existencia de dicho retrato y da detallada cuenta de
quién pudo ser el pintor que lo llevara a cabo
- véase
nota a pie de página 107, p. 67 -, en realidad, parece tratarse, más bien de un
elemento simbólico para conducir hábilmente y de forma amena el relato
biográfico de principio a fin. Dicha pintura al óleo, por tanto, da pie no sólo
a una investigación biográfica, sino que hace de hilo conductor para enlazar el
relato detallado de la tra-yectoria biográfica de Navarro
Martín
de Villodres a un conjunto de interesantes
consideraciones sobre su época y su pensamiento, así como para comprender
aspectos de la vida que exceden al personaje estudiado y a su historia, ya que
alcanzan a cual-quier persona, lugar y tiempo, porque evidencian la
trascendencia espacial y temporal del momento en que vivió y realizó su carrera
eclesiástica y misión apostólica. A la par esta monografía constituye un
estudio de una época histórica apasionante y de espe-cial relieve para España,
y supone también un comentario sobre la sociedad de esos momentos, al igual que
sobre la movilidad social y geográfica de las personas en aquél tiempo, así
como sobre las formas de gobierno y la organización de la propia Iglesia en
unas circunstancias en que se estaba haciendo presente por fin la alternativa,
al orden del mundo que se había conocido tradicionalmente, auspiciada
gloriosamente por obra de la revolución francesa. En este sentido, es
interesante el capítulo quinto de la obra, en el que se contextualiza este
trabajo investigador trazando un amplio planteamiento filosófico-jurídico
relativo a esta etapa histórica. Así, se aborda la influencia de la
Ilus-tración y de los enciclopedistas franceses en la libertad y causa
emancipadora de las colonias americanas, tomándose como referente el pensamiento
del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau.
La autora no sólo nos relata brillantemente la trayectoria
biográfica de un jurista y prelado de la Iglesia, que resulta ser de su propio
tronco familiar según fácilmente puede colegirse de los apellidos, sino que la
obra excede el prototipo de un simple relato biográfico. En efecto, llama la
atención la abundante y precisa documentación histórica que aporta, que implica
la consulta de un amplio número de archivos eclesiásticos y ci-viles. Se
muestran, asimismo, un conjunto de documentos históricos desconocidos hasta la
fecha, algunos de los cuales forman parte del propio archivo familiar de la
autora. En este trabajo se rectifican datos erróneos que habían circulado en
los escritos de algunos historiadores, y que eran tenidos hasta la hora
presente en el mundo académico como veraces, despejándose numerosas incógnitas
sobre la trayectoria vital de este jurista granadino. Es igualmente interesante
la aportación de fotografías de documentos, edificios y cuadros relacionados
con el personaje estudiado, incluso la referencia una cantata compuesta en
honor de este jurista granadino, y que fue estrenada en el año
308
2005
en el Auditorio Nacional de Madrid. Dicha cantata fue escrita por el barcelonés
Jaime Balius y Vila, compositor español del siglo XVIII, y fue una obra
compuesta sobre versos del sevillano Manuel María de Arjona y Cubas,
Penitenciario de la Iglesia Catedral de Córdoba, titulada La Fortuna Justa.
Esta obra musical fue realizada en el año 1806 para celebrar la promoción de Navarro
Martín
de Villodres al Obispado de Concepción de Chile.
Todos estos datos aportados, y la abundancia de notas a pie de página que los
sustentan, dejan constancia no sólo de la seriedad de la investigación llevada
a cabo sino de la relevancia del personaje estudiado.
Este trabajo investigador se asienta en una clara estructura
expositiva y se sustenta en una rigurosa metodología, así la autora da amplia
muestra y justificación de las fuentes consultadas. El estudio se encuentra
dividido en siete grandes capítulos, que a su vez se estructuran en varios
epígrafes y subepígrafes, en donde se va relatando la trayectoria biográfica de
este jurista y prelado en tierras americanas. Así, se detalla su formación
jurídica y eclesiástica, en las ciudades de Granada, Málaga y Córdoba; su
marcha a Concepción de Chile, las difíciles circunstancias históricas en las
que allí se desenvolvió su misión pastoral, política y militar; sus
nombramientos como Obispo de Concepción, Obispo de la Paz y Arzobispo de
Charcas; así como sus nombramientos como Caballero Gran Cruz de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III, y de la Real Orden Americana de
Isabel La Católica.
El
personaje estudiado vive en un contexto histórico especialmente significativo
que viene dado, por un lado, por los procesos de independencia política de
América, particularmente de Chile y Perú y, por otro lado, por la invasión
napoleónica de Es-paña y la guerra de la Independencia española. Ambos
procesos, políticos y sociales, consecuencia de la implantación efectiva de las
ideas ilustradas que actúan en la Re-volución francesa, son enormemente
complejos y están sometidos a una comprensión dual fuertemente polarizada donde
la crítica unilateral ha desplazado a la adecuada hermenéutica histórica. La
autora inserta la vida y actividad del personaje estudiado en un contexto
claramente marcado por la influencia de las ideas ilustradas, que operaban tras
la revolución francesa, en el mundo donde transcurrió su vida, con su
proyección en la invasión napoleónica de la Península ibérica y en la
independencia de la España americana y subsiguiente fragmentación que implica
no sólo una separación territorial y una emancipación meramente política sino una
transformación social coherente con las exigencias revolucionarias de la
ilustración. Testigo directo de los acontecimien-tos, Navarro Martín de Villodres ocupa un
lugar privilegiado para informarnos de primera mano de esos sucesos, que vio y
vivió, y la drástica mutación del mundo que supuso la revolución francesa y su
repercusión americana, lo que acentúa el interés del personaje estudiado. Su
nacimiento en 1759 coincide con el final del reinado de Fernando VI
(1746-1759). Su adolescencia y juventud están marcadas por el reinado de Carlos
III (1759-1788), época en donde llegaría a licenciarse en leyes, a ordenarse
sacerdote y actuar como Abogado en la Real Chancillería de Granada. Su época de
máximo apogeo se desenvuelve bajo la monarquía de Carlos IV (1788-1808), en
donde es condecorado con la Gran Cruz de Carlos III por Decreto de 30 de marzo
de 1794, así como promocionado al Obispado de Concepción de Chile, y bajo la
monarquía de
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El
jurista Diego Antonio Navarro Martín de Villodres (1759-1832)
Fernando
VII. Durante la ocupación francesa, Navarro Martín de
Villodres
tendría que abandonar España para marcharse a la América española, y allí tomar
posesión como Obispo de Concepción de Chile. El regreso a España de Fernando
VII en marzo de 1814 implicará la restauración de la monarquía absoluta.
Durante la primera etapa de la restauración absolutista, Navarro
Martín
de Villodres ascendería a Obispo de La Plata, y
posteriormente a la dignidad de Arzobispo de Charcas, Bolivia, y en la segunda
etapa se produciría su retorno a España (autorizado por el Rey Fernando VII el
22 de julio de 1825), hasta que tiene lugar su fallecimiento en Córdoba en
1832.
El jurista y prelado estudiado, Diego Antonio Navarro
Martín
de Villodres, estaba dotado de una sólida formación
intelectual, era especialista en Derecho Ca-nónico, dominaba varios idiomas, y
era también poseedor de una inmensa biblioteca, que más tarde donaría a la
Biblioteca Pública de Concepción de Chile. Sus orígenes familiares se remontan
al siglo XV. La familia Navarro Martín de Villodres hunde sus raíces en la
bella tierra de Granada, en el pueblo de Moclín, situado en el fértil Valle de
Velillos. El jurista Navarro Martín de
Villodres
nace en esta localidad granadina el día 13 de febrero de 1759, siendo bautizado
en su Iglesia parroquial, tan sólo seis días después de su alumbramiento. Este
jurista fue descendiente de conquistadores que fueron emplazados en su calidad
de hijosdalgo notorios para ir sirviendo a su Majestad en la guerra de Aragón.
Fue Colegial en el Colegio del Sacro-Monte de Granada, fue Bachiller y
Licenciado en Leyes por la Universidad de Granada en 1780. Perteneció a la
insigne Academia de Práctica Jurídica, que estaba a cargo de la Real
Chancillería de Granada, y fue posteriormente Doctor en Cánones por la
Universidad de Osuna. Fue abogado de la Real Chancillería de Granada en 1785,
convirtiéndose en un experto conocedor de la praxis forense de su tiempo. Diego
Antonio fue condecorado, siendo ya Vicario General del Obispado de Córdoba, en
el año 1794 por Decreto de 30 de marzo por el Rey Carlos IV, con el alto
galardón de la Gran Cruz de Carlos III. Para acceder a esta condecoración debió
probar su nobleza y limpieza de sangre, y en este sentido, se aportan en esta
monografía interesantes datos extraídos del voluminoso Expediente de Limpieza
de Sangre de Diego Antonio Navarro Martín de
Villodres
obrante en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se deja constancia de
su hidalguía notoria patrilineal.
Durante
la ocupación francesa, Navarro Martín de Villodres tendría que abandonar España para marcharse a la América
española, y allí tomar posesión como Obispo de Concepción de Chile. Es
importante poner de manifiesto el difícil clima social en el que desempeñará
este jurista granadino su misión pastoral, política y militar como Obispo en
Concepción de Chile, y más tarde como Arzobispo en Charcas. Tras su complicada
labor en aquellas bellas tierras que despertaban a la libertad, el jurista Martín de Villodres logra el
beneplácito real para volver a España, falleciendo aquí en 1832. Sin embargo,
la autora recoge las opiniones de prestigiosos historiadores chilenos que
afirman que falleció en el año 1829, en el monasterio de los misioneros
francisca-nos de Santa Rosa de Ocopa en Perú, situado en el bello y mítico
Valle del Jauja. Así, pues la autora, frente a estas opiniones doctrinales,
sostiene con contundencia que Diego Antonio Navarro Martín de Villodres retorna a
España, llegando al puerto
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de Vigo en
mayo de 1826, siendo recibido muy cordialmente por todas las autoridades de
Galicia, quienes le obsequiaron con ocho mil reales enviados por el mismo Rey
D. Fernando VII. Posteriormente, el Rey le concedería quince mil reales más,
otorgándole un Arcedianato, como dignidad de la Santa Iglesia Catedral de
Toledo. A continuación, se dirigirá a Córdoba, falleciendo el 5 de noviembre de
1832, y otorgando testamento, algunos años antes, el 14 de febrero de 1827. La
autora aporta documentación hallada en el Archivo Histórico Provincial de
Córdoba, en el Archivo de Protocolos Notariales, referida al testamento
otorgado en pliego cerrado por el jurista granadino. Así, afirma que su
testamento supone una fuente histórica directa de primer orden para conocer los
avatares de su vida en España y América, pues el mismo Diego Antonio aprovecha
este documento para llevar a cabo una exposición autobiográfica. La autora,
asimismo, llega a determinar con certeza el lugar en el que se encuentra
enterrado el jurista gra-nadino biografiado. En este sentido, aporta importante
documentación obrante en el Archivo Parroquial de la Iglesia del Sagrario de la
Santa Iglesia Catedral de Córdoba, y en el Archivo de la Parroquia de San Juan
y Todos los Santos de Córdoba. Toda esta documentación, le permite afirmar con
seguridad que el cadáver fue sepultado en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba
el día 7 de noviembre de 1832, donde el Ilmo. Ca-bildo le dispensó el entierro
con la solemnidad acostumbrada a los Señores Capitulares.
La cuidada contextualización de la actividad jurídica,
pastoral e intelectual del jurista y prelado granadino Diego Antonio Navarro
Martín
de Villodres, llevada a cabo en este trabajo
investigador por la doctora María Isabel Lorca, en el marco ideológico del siglo
XVII, hace este estudio interesante para la Filosofía del Derecho porque el
jurista estudiado, tanto en sus funciones eclesiásticas como civiles,
representa la respuesta a las ideas roussonianas e ilustradas, y la capacidad
previsora de sus consecuencias, todavía presentes en nuestro mundo social. Todo
lo cual hace vivamente recomendable este libro a quienes estén interesados en
el pensamiento de la época y en sus trascendentales acontecimientos históricos.
Juan Antonio Martínez Muñoz
Profesor Titular Filosofía del
Derecho
Universidad Complutense de Madrid
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